Día Internacional contra el Bullying

Cada  2 de mayo se conmemora  el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar, situación que pone en riesgo la integridad psíquica y/o física de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en todo el mundo.

La fecha fue establecida por asociaciones de padres y diversas organizaciones no gubernamentales para concienciar sobre los riesgos del acoso escolar y los métodos para evitar la violencia en los centros escolares, y para establecer un protocolo de actuación ante casos de este tipo. La causa se representa con un lazo de color púrpura.

Desde el Ciclo de Entrevistas “Hablemos de Salud” de la Cámara de Diputados, se busca profundizar en la temática en una charla mantenida con la Licenciada en Psicología, Julia Pacheco.

La profesional  dijo que “Bullying es  un concepto muy amplio que engloba distintos tipos de maltrato, por parte de  uno o más alumnos sobre otros dentro de una institución educativa durante un tiempo reiterado”.

Se explayó al señalar que “cuando hablamos de que engloba diversos tipos de maltrato, hablamos del físico: empujones, golpes; verbal: burlas, amenazas, insultos o denigraciones o humillaciones o maltrato social: implantar la ley del hielo, es decir,  que no pertenezcan a ningún grupo por ejemplo en educación física, que sean los últimos elegidos o que no se comparta con ellos en el recreo, o que dentro de un juego espontáneo no se los elige, o que en actividades extra escolares como cumpleaños, no se los invite”.

Si bien manifestó que el bullying dentro de la institución representa una “preocupación”, indicó que “ahora lo que más nos preocupa es el maltrato a nivel virtual, lo que llamamos ciberbullying, que consiste en mensajes enviados por medio de las redes que son ofensivos hacia la víctima”.

“Esto es complejo porque al pasar las barreras institucionales no hay forma de frenarlo, sólo lo que podemos hacer como adultos es concientizar a los chicos en que no compartan este tipo de contenidos, pero una vez que se viraliza no hay manera de pararlo y esto tiene consecuencias graves para la victima porque le genera mucha ansiedad, y no hay ningún lugar de descanso del maltrato”, subrayó.

En esta línea señaló que “antiguamente cuando no existían estos dispositivos, el acoso quedaba encerrado en la institución en la que ocurría, por ejemplo en la escuela, y el chico podía ser libre al llegar a su casa. Hoy no ocurre, ya que al subir los mensajes a las redes el chico no sabe hasta dónde tienen alcance esos mensajes”.

Pacheco puntualizó que el Bullying  no tiene que ver con una  institución en particular, ”se puede dar en cualquier tipo de grupo. Esto ocurre porque al haber un excluido permite que el grupo se forme, esto quiere decir que cuando ciertas personas pueden identificar diferencias puestas en un otro, hace que se junten  no por las cualidades que tenemos en común, sino porque somos diferentes de, entonces eso predispone las situaciones de separar, acosar, de marcar la diferencia,  porque es lo que mantiene el grupo, la identidad grupal”.

Mencionó  también el   papel de lo que llamó “los observadores”, que son “los chicos que no participan activamente acosando al otro, pero no denuncian la situación, son cómplices y esa complicidad no es aleatoria sino que esa complicidad les permite  seguir permaneciendo dentro del grupo”.

Sobre el modo de poder identificar  las secuelas del Bullying , aseguró que “siempre deja consecuencias”. Entre ellas, mencionó  “cambios en el apetito, duermen mucho o no pueden dormir, la irritabilidad, la apatía, los chicos no tienen ganas de hacer nada, síntomas de tristeza, llantos frecuentes injustificado, es decir que  con un  estímulo menor hagan escenas muy abruptas”.

En los casos más graves mencionó que “pueden desarrollar depresión, ataques de pánico, incluso hay estadísticas muy serias que asocian con el suicidio infantil o adolescente”.

La psicóloga indicó que “hasta los más pequeños pueden ser víctimas de bullying” y que “no tiene que ver con la edad”. En su experiencia, “sucede que con chicos más grandes se ve en el juego, en los escenarios terapéuticos que empiezan a aparecer pistas que son víctimas del bullying y te das cuenta también, que viene pasando hace mucho tiempo pero como los chicos eran muy chicos, no podían percibirlo, lo naturalizaron. Ahí el trabajo es otro, hay que desnaturalizar el abuso, hay que cuestionar e informar a los padres”.

Remarcó en este sentido que si bien en terapia “podemos hacer muchos avances, podemos trabajar sobre las consecuencias, nada es efectivo si la situación de abuso no se frena”.

Consideró que muchas veces “la forma en la que vivimos, el estrés, la cotidianeidad, las preocupaciones que tenemos como adultos  hacen que estemos más irritables en la casa y por ahí no podernos sostener los buenos tratos y eso  hace que le enseñemos  a los chicos la forma de cómo tratar y qué tolerar, ese es un punto que hay que tener en cuenta”, dentro de la familia.

Mencionó además que así como hay víctimas hay  victimarios. “Podemos enterarnos que nuestro hijo es el agresor,  mi recomendación es trabajar los propios sentimientos, porque ni enojados, ni angustiados podemos ayudar. Yo invito al diálogo sin juzgar al chico, hay que averiguar qué lo lleva a esa posición y un trabajo de sensibilizarlo sobre el daño que hace. El castigo, el reto efusivo sin entender la problemática, no lleva a ningún lado”.

Por otra parte dijo que el bullying “siempre existió pero antes no tenía nombre”. En la actualidad -aseguró -  “se ha avanzado mucho sobre el tema , tomamos conciencia,  cuidamos a los chicos, hay una instrucción desde  la DGE para que esto se trabaje a conciencia”.

 


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